'De mala muerte’ y ‘mala noche’, titulados así, en castellano, son los primeros libros que publicó. Un buen resumen de lo que vendría después. retratos de un submundo que nadie quiere ver, pero que Antoine d’Agata conoce en primera persona.
En Camboya -un viaje del que temió no volver y que le dejó marcado para siempre-, en Ucrania, México o Brasil este fotógrafo de la agencia Magnum se sumerge en el lado oscuro del mundo. Se declara fiel a un espíritu punk que descubrió ya en su juventud en Marsella. Allí nació en 1961, pero pronto comenzó con una vida errante que lo llevó a Nueva York -donde estudió Fotografía de la mano de dos maestros, Larry Clark y Nan Goldin- o a los territorios más marginales de América Latina. Afirma que sigue siendo el joven anarquista de antaño, con un matiz importante. puede que haya mucho de autodestrucción en su vida, en su trabajo, pero ha abandonado la belleza de la destrucción para tratar de edificar algo. Se lo debe a esos marginados que forman parte de su vida y que aparecen en sus instantáneas. En Magnum desde 2004, declara que pertenecer al gran templo del fotoperiodismo le ha traído más problemas que beneficios. Se ve más como un infiltrado que como parte de un colectivo de élite. Su discurso, en un castellano más que decente, está plagado de silencios, pero son solo pausas reflexivas. Cuando abre la boca, habla sin tapujos. Eso sí, cuando ríe, y lo hace a menudo, nunca suelta una carcajada. Su rostro dibuja una sonrisa dolorida, marcada por años de ‘mala muerte’ y ‘mala noche’, como rezaban los títulos de aquellos primeros libros.