En su oficina del distrito romano de Parioli, una de las zonas más exclusivas de la capital italiana, en 2013. Viste con un traje azul de corte impecable, camisa de popelín, discreta corbata a juego y pañuelo de seda asomando por el bolsillo de la chaqueta. Lo primero que hace es disculparse por su atuendo, tan formal, y se explica: viene de encontrarse, junto con el resto de los candidatos a los premios David de Donatello -los máximos galardones del cine italiano-, con el entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano.